domingo, 27 de noviembre de 2016

BARRIENDO LA AZOTEA

No sé si será porque estoy a punto de alcanzar los cuarenta, porque estoy leyendo libros rollo mindfulness y superación personal, o simplemente porque me he cansado un poco de todo; el caso es que llevo tiempo haciendo un balance con el que nunca me salen las cuentas. ¿Debo o me deben? ¿doy o recibo? ¿soy víctima o asesino? Creo que se entiende el carácter figurativo.
En mi vida he hecho cosas por las que he creído merecer una medalla (de hecho estuve propuesto para una y se perdió por el camino) y cosas de las que no me siento ni mínimamente orgulloso.
Tengo la sensación de haber dado siempre más de lo que he recibido.
He cometido equivocaciones y he sufrido en mis carnes las cagadas de otro.
Incluso he vivido cosas por las que me pregunto cómo es que no llevo más de un trauma a cuestas. Supongo que si no lo hago es porque debo ser muy fuerte o muy pasota, aunque me inclino más por lo segundo. Y, dicho sea de paso, me pregunto si, por acto u omisión he podido ser causa de alguno.

Pero como digo, eso ha sido hasta ahora.

Alguien me preguntó hace poco si sería capaz de perdonar a todos los que me han hecho daño. Yo respondí que sí inmediatamente, de corazón. Nunca me lo había planteado, pero ahí estaba, hecho.
Seguí tirando del hilo y me planteé que, ya que perdonaba a los demás ¿podría perdonarme a mí mismo. Descubrí que aquello era mucho más difícil ¿pero sabéis qué? También lo hice. Eso sí, me costó unos días.
Claro que, yo no soy de los que dejan las cosas estar. En un momento dado me dije: "¿soy digno de ser perdonado?" Porque claro, llevo sin dejarme pasar una desde la más tierna infancia. Y tras muchos devaneos he llegado a la conclusión de que no puedo influir en la psique de los demás, tanto más si ya ni siquiera sabría localizar a la mayoría. 
No, no ha sido fácil, pero lo conseguí. El qué dirán tuvo su fecha de caducidad.

La conclusión es lo que me lleva a escribir hoy aquí.
¿Por qué hoy? ¿Por qué después de años arrastrando el cajón de excrementos del karma?
Pues por una razón sencilla y práctica: no soy útil a nadie, ni a mí mismo si vivo fustigándome por el pasado y proyectando esos miedos hacia el futuro.
No se puede trabajar,
                                  pensar,
                                              amar,
                                                        educar,
                                                                     sentir,
                                                                                servir...
En definitiva, vivir, cargando con la culpa o el odio. Como dicen los gurús de la new age: hay que vivir en el presente para afrontar el futuro.

Y por eso, desde aquí,
digo a mis deudores:
os perdono,
pero no porque os lo hayáis ganado,
ni siquiera por una razón religiosa o filosófica.
Os perdono por flojera,
porque pesa más odiaros que olvidar,
porque el odio sólo daña al que odia.
No os doy otra oportunidad,
tan sólo paso de vosotros.
Queridos enemigos,
que os den,
 que yo me vuelvo a la vida.

Ahora que alcanzo los cuarenta, me perdono y os perdono sin esperar ser perdonado.
Quién sabe si estas simples letras sirven de inspiración a otros y conseguimos vivir en un mundo un poco menos agresivo.

Saludos y abrazos desapasionados.