lunes, 19 de diciembre de 2016

¿QUIÉN CONOCE A GLORIA FUERTES?


Hoy quiero hablar de esta escritora y poeta a la que no gustaba que llamasen poetisa.

Lo mío con Gloria Fuertes es una deuda, autoimpuesta. Tiene que ver con que yo, como muchos de los que ya andábamos por el mundo en la época en que esta poeta salía en televisión leyendo poemas y cuentos para niños; oía sus composiciones y  la tomaba un poco a burla por aquella inocencia simplona de sus letras, que ahora recuerdo con tanto cariño. Y es que, hasta para entender la poesía infantil hay que gozar de cierto grado de humildad. Ya lo advertía ella con ese buen talante suyo y su voz cascada: “es pa los niños” pero no nos queríamos enterar. La veíamos como una simple poeta infantil y hasta en eso era brillante pues muchos de ellos se sintieron inspirados por ella y acabaron picados por el gusanillo de los versos.


No voy a hacer un análisis de su obra pues no me corresponde tal menester, eso es para especialistas. Podría decir que pertenece al postismo, a la generación del 50, cosa que es verdad pero me parece insuficiente y pomposo, porque lo que pretendo es acercar la visión que tengo sobre ella.

La primera vez que leí su poesía adulta comprendí mi error de juicio, comencé a vislumbrar el verdadero valor de su trabajo. Sentí un impacto revelador. Comprendí lo enormemente infravalorados que habían sido, tanto ella como su obra. Tanto es así, que cuando acabé de leer su “Obras Incompletas” no encontré calificativo para describirla, sólo pude decir gracias.

Lo increíble es que esa poesía tan actual de metro libre, con rima o sin ella, desenfadada y fresca, comprometida, con una estética más allá de los convencionalismos, autodidacta, musical, ocurrente, casual. Esa poesía tan de hoy, que arranca miles de “me gusta” a diario… ¡Ya la escribía ella desde los años cuarenta del siglo pasado! Eso sí, con un carácter muy yoísta, muy Glorista, como ella misma decía ¿No es increíble? Y ya sé que hay detalles, sí, diferencias que un filólogo podría matizar perfectamente. Pero la realidad está ahí, echas un ojo a las redes,  ves lo que se cuece y luego abres cualquiera de sus libros… y ahí está, es actual. Tanto que uno no puede preguntarse más que ¿cómo no ha tenido mayor reconocimiento, más trascendencia? 

Camilo José Cela la describió así:

“Gloria Fuertes, el ángel puteado por tirios y troyanos, la voz poética más honda y sincera, menos artificial y acicalada de    España”

Hay calles, colegios, plazas, colectivos, premios literarios y ¡hasta un avión! con su nombre. Miles de niños conocieron el gusto por la poesía gracias a ella. Y aun así, queda el regusto de que no se le haya dado el reconocimiento merecido por su aporte, no sólo a las letras, sino a las vidas de los que hemos tenido la suerte de toparnos con su obra.
Yo mismo formé parte de aquellos que ignorantemente, no supieron valorar su genialidad, de ahí mi deuda y compromiso. Y es por ello que trato de difundir su legado siempre que tengo oportunidad. 

NO PERDAMOS EL TIEMPO
Si el mar es infinito y tiene redes,
si su música sale de la ola,
si el alba es roja y el ocaso verde,
si la selva es lujuria y la luna caricia,
si la rosa se abre y perfuma la casa,
si la niña se ríe y perfuma la vida,
si el amor va y me besa y me deja temblando.
¿Qué importancia tiene todo esto,
mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
un banquete de cáscaras,
un concierto de perros,
una ópera de sarna…
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
por vendar corazones y escribir el poema
que a todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo;
los poetas debiéramos arrancar las espadas,
inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando las risas en la boca del túnel,
y no decir lo íntimo, sino cantar al corro;
no cantar a la luna, no cantar a la novia,
no escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
debajo de las latas con lo puesto y aullando,
y madres que a sus hijos no peinan a diario,
y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso;
cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros y con rara paciencia convencerles sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina;
ser buzo una semana, visitar los asilos,
las cárceles, las ruinas; jugar con los párvulos,
danzar en las leproserías.
Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
que al corazón le llega poca sangre.

Antología y poemas del suburbio 1954



“¿Quién de vosotros cantará mis líneas? 

  ¿Quién por la noche me arderá una vela?”


Yo, Gloria, yo…

¿Alguien más?





domingo, 27 de noviembre de 2016

BARRIENDO LA AZOTEA

No sé si será porque estoy a punto de alcanzar los cuarenta, porque estoy leyendo libros rollo mindfulness y superación personal, o simplemente porque me he cansado un poco de todo; el caso es que llevo tiempo haciendo un balance con el que nunca me salen las cuentas. ¿Debo o me deben? ¿doy o recibo? ¿soy víctima o asesino? Creo que se entiende el carácter figurativo.
En mi vida he hecho cosas por las que he creído merecer una medalla (de hecho estuve propuesto para una y se perdió por el camino) y cosas de las que no me siento ni mínimamente orgulloso.
Tengo la sensación de haber dado siempre más de lo que he recibido.
He cometido equivocaciones y he sufrido en mis carnes las cagadas de otro.
Incluso he vivido cosas por las que me pregunto cómo es que no llevo más de un trauma a cuestas. Supongo que si no lo hago es porque debo ser muy fuerte o muy pasota, aunque me inclino más por lo segundo. Y, dicho sea de paso, me pregunto si, por acto u omisión he podido ser causa de alguno.

Pero como digo, eso ha sido hasta ahora.

Alguien me preguntó hace poco si sería capaz de perdonar a todos los que me han hecho daño. Yo respondí que sí inmediatamente, de corazón. Nunca me lo había planteado, pero ahí estaba, hecho.
Seguí tirando del hilo y me planteé que, ya que perdonaba a los demás ¿podría perdonarme a mí mismo. Descubrí que aquello era mucho más difícil ¿pero sabéis qué? También lo hice. Eso sí, me costó unos días.
Claro que, yo no soy de los que dejan las cosas estar. En un momento dado me dije: "¿soy digno de ser perdonado?" Porque claro, llevo sin dejarme pasar una desde la más tierna infancia. Y tras muchos devaneos he llegado a la conclusión de que no puedo influir en la psique de los demás, tanto más si ya ni siquiera sabría localizar a la mayoría. 
No, no ha sido fácil, pero lo conseguí. El qué dirán tuvo su fecha de caducidad.

La conclusión es lo que me lleva a escribir hoy aquí.
¿Por qué hoy? ¿Por qué después de años arrastrando el cajón de excrementos del karma?
Pues por una razón sencilla y práctica: no soy útil a nadie, ni a mí mismo si vivo fustigándome por el pasado y proyectando esos miedos hacia el futuro.
No se puede trabajar,
                                  pensar,
                                              amar,
                                                        educar,
                                                                     sentir,
                                                                                servir...
En definitiva, vivir, cargando con la culpa o el odio. Como dicen los gurús de la new age: hay que vivir en el presente para afrontar el futuro.

Y por eso, desde aquí,
digo a mis deudores:
os perdono,
pero no porque os lo hayáis ganado,
ni siquiera por una razón religiosa o filosófica.
Os perdono por flojera,
porque pesa más odiaros que olvidar,
porque el odio sólo daña al que odia.
No os doy otra oportunidad,
tan sólo paso de vosotros.
Queridos enemigos,
que os den,
 que yo me vuelvo a la vida.

Ahora que alcanzo los cuarenta, me perdono y os perdono sin esperar ser perdonado.
Quién sabe si estas simples letras sirven de inspiración a otros y conseguimos vivir en un mundo un poco menos agresivo.

Saludos y abrazos desapasionados.









lunes, 31 de octubre de 2016

CAMINO A TI, POEMARIO DE MI AMIGO PACO LAÍNEZ

Tras un tiempo de ausencia, me gustaría retomar el hilo con algo que me es enormemente grato y que parece se va convirtiendo en costumbre:

Cada cierto tiempo me llega un paquete con un libro, nuevo, que yo abro como niño que recibe un regalo. Disfruto su olor, su tacto, siempre huelo los libros. Me deleito en su descubrimiento fijándome en cada detalle del mismo; la foto de la portada, el texto de la contraportada, todo en definitiva. En la solapa, encima de una pequeña biografía veo la imagen de mi buen amigo Paco Laínez, su autor, y no puedo evitar una sonrisa viéndole ahí, posando, con su abrigo y su sombrero leyendo un libro que sostiene entre sus manos.

“Con el calor que hace aquí, Paco, en tu Cádiz.”
Pienso entre melancólico y divertido.

Abro la cubierta emocionado, sabedor de que en la primera página, justo en el espacio en blanco sobre el título del libro, “CAMINO A TI”, encontraré unas letras dedicadas para mí. Y efectivamente allí están: 

Para mi amigo Eusebio ( y para Bella ), compañero en gustar los versos y los silencios de los caminos. Un abrazo para ti; un besín para Bella, de
 Fco. Laínez G.” 

Él siempre tiene unas palabras para mi hija Bella.

Paco es un gaditano afincado en el Bierzo, nostálgico de su Cádiz y de su mar, pero enamorado también de la tierra en que vive y mora. Es de esos Poetas a tiempo completo que perciben la Poesía como una forma de ver la vida, un cristal por el que ver e iluminar sus días.
Su poesía es como él, entrañable, cercana, sensible y culta, aunque no por ello críptica. Su amor por ella llega a tal punto que, a pesar de la distancia, incluso la salud, cada año acude al encuentro poético “Poetas de Ahora”, que se celebra en su provincia de nacimiento, a través del cual nos conocimos y en el que nos reencontramos y disfrutamos del ambiente poético, siempre en el mejor de los escenarios.
“Camino a ti” es una buena muestra de la capacidad poética de su autor. Su temática es variada; pasando por el lirismo más puro, la poesía idílica y hasta los versos más modernos y desenfadados. A través de ellos viajaremos por los mundos interiores de este Poeta . Transitaremos las más bellas sendas de los valles del Bierzo, con sus ríos, cumbres y neveros. Sentiremos las pasiones y fantasías más sensuales y evocadoras. Y por supuesto, Cádiz, su añorado Cádiz y su mar, meciéndose en el vaivén de sus versos.
Decir todo esto no tendría ningún sentido si no añadiera si quiera una “tapita” del buen hacer y el arte de mi buen amigo, con uno de los poemas que componen este delicioso poemario:

Hombre de mar

Soy un hombre de mar
que vive tierra adentro,
culpa de mi inquietud
con quien un día tuve
un ligero desencuentro.
Soy un hombre de mar,
amo los bosques umbríos,
los silenciosos senderos,
los turbulentos ríos.
Soy un hombre de mar,
amante de perderse
en el silencio perenne,
entre los verdes valles
y veredas de helechos
por los albos neveros.
Soy un hombre de mar
tarambana enamorado,
de los cobrizos otoños
nudo en las enramadas.
Soy un hombre de mar
seducido por el canto
coral de los arroyos
límpidos, cristalinos.
Soy un hombre de mar,
despistado peregrino
que erró su caminar.
Soy un hombre de mar
que no quiso navegar.








A mi amigo Paco Laínez por regalarme su poesía, su amistad, su persona en definitiva.








martes, 16 de febrero de 2016

EN EL BRILLO DE TUS OJOS

Escrito con motivo del X Recital de San Valentín, del grupo cultural ACADEMUS, al que pertenezco. Cada año proponemos una frase que debe aparecer en algún lugar del poema, la de este año ha sido "mi corazón se enciende".

EN EL BRILLO DE TUS OJOS

No es la visión de tu rostro
vuelto al sol de alborada.
No es por el son de tu voz
obsequiando tu palabra.
Ni es el roce de tu pelo
en mi piel cada mañana,
ni tus manos sanadoras,
ni tu belleza encantada.
Es ese brillo de amor
reflejado en tu  mirada
cuando estamos abrazados
compartiendo nuestras almas,
con el que alcanzo la paz,
con el que encuentro la calma,
Y mi corazón se enciende
con la más ardiente llama.
Es buscándote en mis ojos
con la cara iluminada
cuando más amor me das.

 


Más allá no existe nada.

sábado, 16 de enero de 2016

DE REBAJAS EN LA ESQUINA


Llevo tiempo sin publicar y me hubiera gustado hacerlo con un poema, una historieta o algo simpático o anecdótico, sin embargo, las circunstancias me llevan a hablar de algo menos jocoso,  aunque no por ello menos sustancial. Se trata de un hecho, una instantánea de lo que acabo de ver en mi propia calle:
Vuelvo de camino a casa cuando veo una imagen que me llama la atención. Un hombre (de más o menos mi edad) y sus dos hijos (niño y niña rondando los diez años), se encuentran rebuscando en los contenedores de la basura. Esto no es nada nuevo, lo veo todos los días, a veces familias enteras, y nunca me inmunizo, no deja de hacerme mella.
 Pero me llama la atención el hecho de que no parezcan tristes, al contrario, están exultantes. Al parecer acaban de encontrar varias bolsas de ropa que se corresponde con sus tallas (las de los niños). La pequeña da saltos de alegría agitando un par de botas color rosa en sus manos, como si llevara un trofeo. Yo aminoro el paso para observar  la escena con más detenimiento. No parecen los típicos que revuelven la basura a diario, esos que siempre se ven mustios, como con vergüenza, llevan una pátina de melancolía en los ojos. A veces se paran y disimulan cuando detectan que alguien se acerca, como si estuvieran en otra cosa. Pero las tres personas que tengo frente a mí se comportan como si les hubiese tocado la lotería, se colocan las prendas sobre el cuerpo para comprobar el tamaño como si estuviesen en las rebajas, solo que con menos luz y menos gente. Deduzco que van haciendo una suerte de ruta porque llevan mochilas y van metiendo en ellas lo que encuentran. El chico también parece haber encontrado algo de su gusto, ropa deportiva según creo.

Yo sigo caminando y empiezo a alejarme, la oscuridad no me ha permitido verlo bien y mi oído cascado tampoco ayuda, tan solo acierto a entender “…mira papá, mira…” o algo así.
Como digo, nada nuevo. Son muchas las familias que hacen

una vida aparentemente normal (de apariencia económica) y luego acuden al comedor social, a Cáritas y a otros puntos de ayuda social. El riesgo de exclusión se hace cada vez más cotidiano, se acepta, con resignación, pero se acepta.  Y yo no me conformo, mi Peter Pan, inocente e idealista me patea desde dentro, me dice que el ser humano puede hacer más, que no me acostumbre, y está claro que nunca me lo va a permitir.

Para colmo, cuando ya me voy alejando, la chica saca un móvil y se hace selfies  con su nueva adquisición, y con su hermano y sus tesoros. Lo veo perfectamente porque usa flash.

Otra patada más desde dentro.

—Lo sé Peter, mierda de mundo este donde es más fácil tener un móvil que vestirse o tener para comer.

Que fácil sería juzgarlos a la ligera, que fácil lo de “menos
móviles y que lo guarden para comida”. Lo he oído muchas veces… sobre todo con los que fuman “pues que dejen de fumar y que le compren ropa a sus hijos”.  Conste que ya no fumo pero ¿cómo dejarlo cuando todo se derrumba y tan sólo te queda un cigarro entre tus dedos?  Si ya es difícil dejarlo de normal...
¿Y el móvil? acaba la permanencia y ahí está, gratis, nuevecito, y con un descuento en la cuota. Siempre es mejor que irse ¿alguien ha probado a darse de baja de una compañía? Y a los niños les hace tanta ilusión… “es gratis”, nunca es gratis. Es tan fácil…
Es muy fácil prejuzgar, pero yo les veo de cerca, desde el filo. Desde el filo del filo, y acercándome a la misma velocidad con que se va acabando mi subsidio. Con la empatía y comprensión que eso crea...
Y mientras tanto, ya se alejan con su alegría y con su padre, que hace las veces del protagonista de “La Vida es Bella”. Y yo les veo marchar, masticando la tierra de mis pensamientos.

Me pregunto si no hacen falta en este mundo más dotados de empatía en vez tanto experto en economía.



—¿Contento Peter?