Naces con ello y te acompaña en todas las etapas de tu vida.
No puedes evitar soñar, pensar y desarrollar todo aquello que te causa interés.
Vives auténticas historias en tu cabeza, con sólo proponértelo o escuchar una
canción que te motive. Estás en las nubes casi todo el tiempo.
¿Te suena? ¿Te
sientes identificado? ¿Conoces a alguien así?
El curso natural de desarrollo de una persona creativa pasa
necesariamente por una serie de fases que no son del todo agradables. La
infancia por ejemplo. Ésta puede llegar a ser realmente dura en el caso de los
que van para escritores, porque aún no lo son y puede que nunca lleguen
a serlo. Sólo son pequeños seres soñadores fácilmente moldeables, con capacidad
para creer en cualquier cosa, puesto que son capaces de imaginarla. Los niños
pueden ser muy crueles y en el mejor de los casos acaban siendo objeto de
calificativos como “tontos”, “frikis”, “fantasiosos”, etc. (véanse también en femenino).Todos hemos oído eso de “¡mira,
un burro volando!” ¿no? Y ¡ay! del pobre que se le ocurría mirar. En fin, no es
nada nuevo.
Y en la adolescencia no es mejor; esta sociedad de ratios y resultados
no da pie a la imaginación en cuanto al desarrollo de las personas, como no sea
para un beneficio monetario. Nuestros propios padres, en un intento de buscar
lo mejor para nosotros, extirpan ciertas ideas, nos llevan a lo seguro, y
nuestras aspiraciones más grandes se quedan en la categoría de afición o en la
lista de sueños pendientes, la mayoría de las veces ¿Qué duda cabe de que lo
hacen por nuestro bien? Pero lo cierto es que eso va matando la creatividad
poco a poco, y por eso nos cruzamos a diario con poetas muertos, pintores
muertos y bailarines, fotógrafos, comediantes, todos muertos. No es que no sean
felices o estén incapacitados para disfrutar de la vida, en eso sé de lo que
hablo, es sólo que no es agradable vivir acompañado de un creativo fiambre, despechado quejándose en tu interior.
Pero no quiero que nadie se desmoralice o me tache de
fatalista, aunque es verdad esto que digo. Sin embargo, no es una generalidad
absoluta. Algunos canalizan esa creatividad y son apoyados. Algunos cursan
estudios adecuados a sus cualidades, se forman para desarrollar su capacidad.
Algunos incluso tienen suerte…
Otros,
como yo, se pasan la vida buscando su sitio, negándose a sí mismos, tratando de
ser lo que no son y cuando llegan a cierta edad dicen “¿pos ya pa qué?” y se
lanzan de cabeza a desarrollar sus inquietudes sin importar los futuros
posibles. Porque, cuando se trata de “cualquier cosa mejor que nada”, el éxito
pierde sentido.
Yo digo que hay que ser creativo y no morir en el empeño,
sobre todo no dejar que te maten. Ejercitar, desarrollar y disfrutar esa
creatividad sin importar el éxito. Si tiene que venir vendrá. Y que le vayan
dando a esos que dicen que no merece la pena esforzarse porque triunfar como
pintor, actor o escritor es imposible.
No pidamos permiso ¡hagámoslo!
Cualquier sociedad que no sea capaz de aprovechar todo el
potencial humano que posee, realmente está mal organizada.
Un saludo y hasta la próxima.